viernes, 23 de octubre de 2009

"Dulce introducción al caos"

Capitulo 1º
En una tarde gris y lluviosa, en la cocherona conocida como la casa de Huertañalda, se encontraban en penumbras y con la única luz tenue del puro de canuto puño duro, no obstante los relámpagos iluminaban la habitación pudiendo observar la triste pero lujosa decoración de la que se disponía. A la mesa sentados cuatro fornidos hombres a la izquierda y con la navaja en la mano Rojas “El Carreteras, que jugaba a pinchar un trozo de madera que mas tarde arrojaría a las ascuas de la chimenea ya consumida. Canuto puro duro se encontraba reclinado en un sofá cerca de la mesa mientras disfrutaba de un gran puro. La habitación se completaba con la presencia de Chencho “El Botas” que en el lugar más oscuro miraba sus cartas mientras decidía como arrebatarle las ganancias a su Don, el gran D. José que tranquilamente y sin prestar atención a la jugada acumulaba grandes montones de fichas.
Tras arrojar un último trozo de madera y cerrar su navaja en un hábil movimiento de muñeca. El carreteras se levanta de su asiento y se acerca despacio y con paso vacilante al lugar más próximo del Don.
-Don, debo comunicarle nuevos movimiento por parte de “Solo Café”.
-Solo Café, os tengo dicho que no me nombréis a esa escoria, sabéis que después de nuestra última visita ya no tiene poder sobre ninguna zona. Grito Don José con una expresión de rabia en su serena e imperturbables cara. Sus facciones no se movieron pero sus ojos apuñalaron los de Rojas.
-Es cierto mi Don, pero por eso he tenido que nombrarlo, se han reagrupado y organizado. Han osado dar un golpe en uno de nuestros locales de mayor consumo. Tartamudeo Rojas mientras apartaba la mirada.
Una extraña sonrisa apareció en el rostro de Don José mientras daba un largo sorbo de su café capuchino. –De acuerdo si quieren guerra, guerra tendrán.
-Por fin algo de acción ya estaba empezando a cansarme de tanto esperar-. Exclamó Puño Duro mientras levantado se subía los pantalones y soltaba una cantidad de humo en forma de circulo.
-Bien Don, ¿qué manda?- Pregunto Chencho mientras se ajustaba sus altas botas.
Tras una larga pausa y otro largo sorbo de su capuchino el Don hablo: -De acuerdo esto es lo que aremos Rojas, tráeme todas las noticias de sus últimos movimientos. Botas y Puro vosotros vais a ir a hacer una visita a Mario Ligón y Petao.
-¿Para qué? , perdóneme Don, pero para que queremos a esos dos si nosotros nos bastamos déjeme que yo mismo sea el que les aplaste la cabeza a esos miserables. Gruño Chencho con energía, mientras se golpeaba el pecho con el puño.
-Tranquilízate, y guarda tus energías para más tarde, lo que quiero es ponerme a esos dos de mi lado antes de que esos estúpidos se vayan con el bando que no deben. Dijo Don José mientras ponía una mano sobre el hombro del Botas.
-Así lo haremos mi Don.- Afirmó Canuto mientras se acercaba a un armario de extraña apariencia y de un oscuro color. Cuando este fue abierto un gran arsenal de armas aparecieron, escogiendo entre ellas una Mauser que arrojo a Chencho que recibió con gran habilidad. Y después justo debajo de un bate de béisbol dorado, el arma preferida del Don, cogió su Tompson y un par de granadas.
-No creo que necesitéis eso-. Dijo Rojas.
-Sabes que me gusta llevarme un par de estas por si las moscas-. Exclamó Canuto con una profunda sonrisa.
Abandonado los tres la guarida y soltando a los perros para la protección de su Don. Tomaron la carretera que conduce a la ciudad.
En el barrio conocido como “El Hotel”, se encuentra una mansión apodada como “El Castillo”. Sus inmensas puertas están custodiadas por dos grandes estatuas de hombres esculturales.
Una vez dentro, del castillo, la gran puerta de roble se abrió con un ensordecedor chirrió y el Botas y Puro entraron al un gran recibidor. En la escalera Petao, un homosexual de gran complexión física, esperaba y con un gesto indico que pasaran al salón.
-Entrar mientras me preparo un batido de proteínas, ¿queréis algo para tomar? Dijo Petao mientras se dirigía a la cocina.
-Ya estas con las mariconadas joejoejojeojeojoje-. Rió Mario Ligón que entraba en esos momentos de la piscina acompañado de dos guapas señoritas de cabello castaño y moreno.
-Señores tenemos una oferta que no podrán rechazar. Dijo Chencho….

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